lunes, 3 de octubre de 2011

Locuras con Razón: Trastornado por la natación

Michael Fred Phelps es considerado por muchos como el mejor nadador de la historia y como uno de los mejores deportistas olímpicos de todos los tiempos. Comenzó con la natación a los siete años como resultado de la insistencia de sus hermanas (Whitney y Hilary, que también fueron nadadoras) y, según dice su madre Deborah, para “descargar energías”.

Michael Phelps con su madre y sus hermanas
Antes de dar el primer paso que lo llevaría a ser lo que es hoy en dia, a Phelps le diagnosticaron un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Esta enfermedad implica, primordialmente, una dificultad, generalizada para mantener y regular la atención, y una actividad motora excesiva (hiperkinesia o hiperactividad). Los pacientes con TDAH dedican un tiempo escaso a tareas cognitivas. Además de las evidentes repercusiones sociales, los TDAH pueden tener repercuticiones negativas en el proceso de escolarización, en la habilidad motriz y también en el autoestima de los pacientes que suelen sentirse incomprendidos e impotentes ante el rechazo que sufren.

En la transición de la infancia a la adolescencia, el joven Phelps comenzó a crecer de manera desproporcionada, con enormes orejas. Al correr, los brazos le llegaban más abajo de sus rodillas. Sus compañeros se burlaban de él, y cuando Phelps golpeó a uno en el autobús escolar, le fue impedido subirse al transporte por varios días.

Phelps y sus medallas

"Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo", le dijo una maestra a Deborah Pehlps.
"Yo le dije que quizás se estaba aburriendo", recordó Deborah recientemente en una entrevista con The New York Times. "No es muy dotado", fue la respuesta. Deborah Phelps, durante 22 años maestra, se enojó: "¿Qué es lo que van a hacer para ayudarlo?".

Así fue que en la vida de Phelps entró el Ritalin, un estimulante para tratar la hiperactividad. El medicamento calmó al futuro campeón, pero a los 11 años Phelps pidió dejarlo. Se sentía estigmatizado al tener que ir cada día a la enfermería del colegio a tomar la píldora. "Mamá, no quiero hacer esto más. Mis amigos no lo hacen, puedo manejar esto a mi manera". Por entonces Phelps ya era un nadador, y su madre veía con asombro como el niño, incapaz de estar quieto, podía sentarse por cuatro horas a la espera de sus cinco minutos en la piscina.

1 comentario:

  1. Correcciones:
    Bien el posteo en general.
    La enfermedad se podría explicar con un link, y usar lo que ahorrás para contar más y mejores historias sobre phelps.
    Releer siempre.

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