"Fui un genio porque poca gente hacía con la pelota lo que yo podía hacer". No existe mejor definición para el futbolista inglés que la que el propio Paul John Gascoigne expresó cuando lo compararon con Diego Armando Maradona. Ese mismo hombre que, hoy en día, sigue luchando para recuperarse y salir de su adicción al alcohol y a las drogas. Aquel que vistió 57 veces la camiseta de la Selección de Inglaterra, que marcó goles de antología, pero que también fue protagonista de incidentes y locuras tanto dentro como fuera de la cancha.
“Probablemente va a morir pronto. No creo que sirva de nada ayudarle. Es una pérdida de tiempo. Si pudiera pedir un deseo, desearía que nos dejara”, decía Regan hace poco más de dos año sobre su padre, el futbolista Paul Gascoigne, quien provocó su declive deportivo y arruinó toda su vida a causa del alcohol y las drogas. “Que haya sido un gran jugador – añadía el niño, de tan sólo 12 años – no quiere decir que sea un buen padre”.
Así fue ”Gazza”, un pésimo ejemplo, pero un auténtico genio con la pelota en los pies, un elegante mediocampista de gambeta corta que hacía maravillas en el mano a mano, desde que comenzara su carrera en el Newcastle, el club de su ciudad natal, para quien firmó contrato en 1983, cuando solo tenía 16 años. Pocos años después se convirtió en la gran sorpresa del futbol inglés. Un jugador totalmente diferente.
Uno de los goles más recordados de su carrera lo marcó cuando jugaba en el Tottenham frente al Arsenal inglés, en las semifinales de la Copa de Inglaterra, con el que se metía en la final. Y, como en toda su vida, aquella alegría acabó en desgracia, cuando una rotura de ligamentos lo obligó a alejarse del futbol (por un tiempo), justo cuando estaba por firmar contrato con la Lazio de Italia.
En 1992, el conjunto lacial pagó 5,5 millones de libras por él. La estadía de Gascoigne en Roma no fue menos traumática: más lesiones, abundantes salidas nocturnas, muy mala relación con la prensa… no se pudo ver allí a este genio del fútbol que, en 1996, resurgió en el Glasgow Rangers, donde marcó 19 goles, ganó el título de liga y fue nombrado futbolista del año.
Allí protagonizó una de sus escenas más recordadas, una que conmovió al mundo: el llanto convulsivo que provocó en él la segunda tarjeta amarilla en la semifinal contra Alemania Federal, aquella que le impedía, en el caso de que se hubiera ganado su equipo, cumplir su sueño de jugar un final histórica.
Pero en la historia de “Gazza” aparece un mal que común para muchos futbolistas ingleses: el alcohol. Tony Adams, Paul Merson o Teddy Sheringham son los más reconocidos de una lista que encabezó George Best.
Al dejar el fútbol, en 2004, con el Boston United, fue de mal en peor. En 2008 fue recluido en dos ocasiones, contra su voluntad, conforme a la ley de salud mental de Inglaterra y Gales e ingresado más tarde en el hospital de Faro, en Portugal, por una sobredosis de alcohol y drogas. En estos días se siguen repitiendo sendas problemáticas, conflictos, excesos y disturbios en la vida de Paul Gascoigne, esas acciones que lo alejan cada vez más de la figura en la que se podría haber convertido.
“Probablemente va a morir pronto. No creo que sirva de nada ayudarle. Es una pérdida de tiempo. Si pudiera pedir un deseo, desearía que nos dejara”, decía Regan hace poco más de dos año sobre su padre, el futbolista Paul Gascoigne, quien provocó su declive deportivo y arruinó toda su vida a causa del alcohol y las drogas. “Que haya sido un gran jugador – añadía el niño, de tan sólo 12 años – no quiere decir que sea un buen padre”.
Así fue ”Gazza”, un pésimo ejemplo, pero un auténtico genio con la pelota en los pies, un elegante mediocampista de gambeta corta que hacía maravillas en el mano a mano, desde que comenzara su carrera en el Newcastle, el club de su ciudad natal, para quien firmó contrato en 1983, cuando solo tenía 16 años. Pocos años después se convirtió en la gran sorpresa del futbol inglés. Un jugador totalmente diferente.
Uno de los goles más recordados de su carrera lo marcó cuando jugaba en el Tottenham frente al Arsenal inglés, en las semifinales de la Copa de Inglaterra, con el que se metía en la final. Y, como en toda su vida, aquella alegría acabó en desgracia, cuando una rotura de ligamentos lo obligó a alejarse del futbol (por un tiempo), justo cuando estaba por firmar contrato con la Lazio de Italia.
En 1992, el conjunto lacial pagó 5,5 millones de libras por él. La estadía de Gascoigne en Roma no fue menos traumática: más lesiones, abundantes salidas nocturnas, muy mala relación con la prensa… no se pudo ver allí a este genio del fútbol que, en 1996, resurgió en el Glasgow Rangers, donde marcó 19 goles, ganó el título de liga y fue nombrado futbolista del año.
Allí protagonizó una de sus escenas más recordadas, una que conmovió al mundo: el llanto convulsivo que provocó en él la segunda tarjeta amarilla en la semifinal contra Alemania Federal, aquella que le impedía, en el caso de que se hubiera ganado su equipo, cumplir su sueño de jugar un final histórica.
Pero en la historia de “Gazza” aparece un mal que común para muchos futbolistas ingleses: el alcohol. Tony Adams, Paul Merson o Teddy Sheringham son los más reconocidos de una lista que encabezó George Best.
Al dejar el fútbol, en 2004, con el Boston United, fue de mal en peor. En 2008 fue recluido en dos ocasiones, contra su voluntad, conforme a la ley de salud mental de Inglaterra y Gales e ingresado más tarde en el hospital de Faro, en Portugal, por una sobredosis de alcohol y drogas. En estos días se siguen repitiendo sendas problemáticas, conflictos, excesos y disturbios en la vida de Paul Gascoigne, esas acciones que lo alejan cada vez más de la figura en la que se podría haber convertido.
"Gazza", su vida en fotos on PhotoPeach
Correcciones:
ResponderEliminarBien la idea de perfil y se ejecución. Falta perfilar mejor el eje. Hablar aún más en profundidad del alcoholismo.
Releer hay errores. Por ejemplo este párrafo no tiene sentido en el texto: " Allí protagonizó una de sus escenas más recordadas, una que conmovió al mundo: el llanto convulsivo que provocó en él la segunda tarjeta amarilla en la semifinal contra Alemania Federal, aquella que le impedía, en el caso de que se hubiera ganado su equipo, cumplir su sueño de jugar un final histórica." Hablás del Mundial noventa y parece que fuera después. Ojo con esas cosas.
Bien la galería, pero recordá centrarla.
Un mes sin posteos, esto no debería pasar. Tenés muchos trabajos pendientes. Ponete al día cuanto antes.