"Estuve dos días intentado convencerlo. Él no quería jugar, pero lo obligué", confesó Vincenzo Montella, que debutó aquel 23 de Febrero de 2011 como Director Técnico de Roma con triunfo por 1-0 ante Bologna, sobre el volante chileno David Pizarro. La decisión del técnico fue fundamental. Su rol de líder y mandamás debe ser aplicado con total seguridad, más aun, en situaciones que involucran dudas del protagonista ante problemas físicos que repercuten en su mente y, consecuentemente, en su rendimiento.
Pizarro, que terminó siendo una de las figuras del partido, volvió a jugar después de mucho tiempo ausente por una dolencia en una rodilla por la que se sometió a un tratamiento en Chile. Esa decisión del volante chileno fue la que lo enfrentó con Claudio Ranieri, quien renunció a la conducción de la Roma tras la derrota por 4-3 ante Génova en un partido que su equipo ganaba por 3-0. . Este tipo de lesiones suelen causar bajones o, en casos extremos, síntomas de depresión en ciertos jugadores.
Pizarro, en cancha.
A pesar de ese enfrentamiento, Ranieri anticipaba el regreso de Pizarro como titular ante Parma, en la próxima fecha, pero Montella, que lo reemplazó en el cargo, decidió que el chileno jugase antes frente a Bologna, en un duelo postergado por nieve.
Montella en el banco de Roma
"Me hacía falta y desde que asumí le dije que no me importaba si tenía dos o tres entrenamientos solamente. En algunas ocasiones hay que jugar aunque no se esté al 100 por ciento. Finalmente, Pizarro aceptó mis razones y jugó", comentó el DT, en una clara muestra de la confianza que le otorgó al chileno para que pueda retornar a las canchas con total seguridad de sí mismo.
"Soy una persona fría y por eso todo lo que me tocó vivir en estos dos días lo encaré de ese modo. Eso sí, no pude contener la emoción cuando el árbitro pitó hoy el final del partido", confesó Montella.
Entre los suicidios más impactantes de los últimos años del fútbol mundial está el del arquero alemán Robert Enke. Destruido anímicamente, se tiró a las vías del tren. Estaba llamado a jugar la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. Los psicólogos hablaron de una extrema presión competitiva. No soportaba las derrotas y cada gol recibido era un golpe letal.
Enke, quien defendió el arco de Benfica y Barcelona, entre otros, y que fue ocho veces internacional con Alemania, no logró sobreponerse a la pérdida de su hija (Lara) y decidió abandonarlo todo a los 32 años. Así, el 10 de noviembre del 2009, Enke se dejo embestir por un tren. Su muerte causó conmoción tanto en su país como en el resto del planeta.
Enke y su hija Lara
"En general, la presión y el estrés son el desencadenante de la depresión. Por un lado esta la presión externa y por otro las grandes expectativas con respecto a uno mismo", explicaba el profesor Götz Mundle, especializado en la depresión y en el llamado 'síndrome del trabajador quemado'. Robert nunca quiso que sus depresiones se conocieran. Su mujer y él adoptaron a otra niña, Leila. La seguridad del portero había aumentado, pero su paranoia encontró otra salida: temía que se conociera su estado depresivo y le quitaran la custodia de su hija. Obviamente se trataba de una fantasía autodestructiva.
Enke con su mujer (Teresa) y su hija Leila
"Hace seis meses, Robert volvió a mi consultorio. Estaba sufriendo otra vez fases depresivas que incluso llegaron a apartarlo de algunos entrenamientos", había dicho Valentín Markser, su psiquiatra personal. En una carta de despedida, según Markser, el jugador pidió disculpas a su familia y a quienes habían tratado su enfermedad por haberles ocultado en los últimos días su verdadero estado para poder adelantar sus planes de suicidio. "Incluso el día del suicidio me llamó y me aseguró que estaba mejor", dijo Markser.
Teresa Enke señaló además que la muerte de Lara los había unido mucho y que por eso ella había creído que otra vez podría ayudar a su marido a salir adelante. "Nos teníamos a nosotros, él tenía el fútbol y teníamos a Leila", dijo la viuda. "Traté de estar a su lado, al final iba con él a los entrenamientos. Creía que con amor podíamos superarlo todo", agregó.
Cientos de fans dejaron flores y velas en conmemoración al arquero en la entrada del AWD-Arena, donde el Hannover 96 actúa de local. Los equipos en que jugó el alemán realizaron sentidos homenajes en sus partidos.
La cordobesa Cecilia Biagioli (26 años) obtuvo la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara para dejar atrás el mal trago de las Olimpiadas de Beijing 2008, donde participó en los 400 y 800 metros libre sin poder avanzar a la final. Hoy, en las aguas abiertas, la historia dio un vuelco de 180º y tanto ella como su entrenador, su hermano Claudio Biagioli, lo celebran.
Luego de aquella mala experiencia, Biagioli estaba decidida a dejar de nadar. Su familia no lo permitió y la impulsó a seguir adelante. Así, con la ayuda de su hermano, logró cambiar de parecer y de hábitat: comenzó a nadar en aguas abiertas, la disciplina que, en Puerto Vallarta, le permitió colgarse su primera medalla dorada.
Biagiolo en aguas abiertas
“Venía dispuesta a estar lo más cerca del podio, quería tener una medalla sea del color que fuera. Dios me dio la posibilidad de tener la de oro y estoy muy contenta. Tener la plaza para Londres es también para mi un logro muy importante. Ahora quiero seguir luchando para estar lo más arriba posible y cerca del número 1”, declaró la campeona panamericana.
Este caso es un claro ejemplo de la desmotivación que sufren los deportistas a la hora de no obtener el resultado buscado. Sin embargo, es importante la energía positiva impuesta por los factores externos que rodean al deportista (su familia y, particularmente, su hermano). Una vez que la persona está fuerte, debe empezar desde cero. Y, premios como el que consiguió Cecilia, son fundamentales para generar ganas de seguir adelante y autosuperarse.
Claudio “Turco” Garcia, no es un deportista de la jerarquía de los que integraron la sección hasta el momento (Gaston Gaudio, Michael Phelps y Paolo Di Canio), pero no tiene nada que envidiarles a la hora de hablar de locuras, rarezas o excesos. El Turco es un ex jugador del fútbol argentino que vistió las camisetas de Huracán, Vélez y Racing, entre otros. Además de dejar una cuota goleadora en cada uno de los nueve clubes donde jugó, también dejó muchas historias que sobrepasan el ámbito profesional.
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Su segundo ciclo en Huracán (Argentina)
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En una entrevista al Grafico, Garcia supo confesar: “Yo no estoy muerto porque Dios es grande. Por la falopa, que llegué a tomar 10 gramos de cocaína por día. Por la moto, que la puse a 280 por hora. Y lo mismo si no hubiera sido jugador de fútbol, me habría quedado viviendo en Lugano y quizás era un delincuente y moría en un enfrentamiento con la policía.”. En esa frase se resume el modo de vida de una persona que siempre fue más allá de los límites.
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Su paso por el Olympique de Lyon (Francia)
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Incluso su ídolo, Houseman, era un gran jugador que al igual que él, tuvo grandes problemas de adicción (alcohol). “El Loco (Houseman) era mi ídolo. Siempre jugué con las medias bajas y caminaba como él. Se lo dije ya de grande. El chupi, por suerte, no lo agarré. Bueno, si agarraba todo hubiera sido un Drugstore: abierto las 24 horas y con todos los productos. Siempre fui hincha de Huracán.”
En 2008, tuvo una intervención medica para poder alejarse definitivamente de las drogas. Claudio lo describe con lujo de detalles: “A mí me dieron como 200 aplicaciones con laser en tres días. Te lo ponen en la nariz, no sentís los conductos. El láser apaga la bombita que te pide y te pide. Me quedé dormido y empecé a roncar. Llevaba más de una hora sin consumir. ¿Sabés lo que significaba para mí una hora sin consumir? Un logro tremendo, porque antes, cada 15 minutos tenía que tomar un poquito. Me aplicaron el láser y me hicieron antidoping. Meaba y me daba positivo. Tres días seguidos me dio positivo por toda la merca que tenía en el cuerpo. El cuarto día, el tordo me dio el diploma. “Ya no tenés más cocaína en tu sangre”, me dijo. Ahí me volví a Venado. Yo le tenía miedo a lo nuevo, y hoy disfruto. No lo puedo creer. Se podría decir que no me costó dejar la droga, aunque en realidad me costó 20 años tomar la decisión. En el medio también tuve apoyo psicológico y una medicación que tomo todos los días para la abstinencia y un antidepresivo.”
Jorge Garzarelli, uno de los psicólogos deportivos más importantes del país, desglosa sus conocimientos y destaca la importancia del seguimiento analítico de los protagonistas. Es profesor de psicología en la Universidad de El Salvador y se especializa en el tratamiento del deporte desde hace veintidós años.
- ¿Qué te llevó a especializarte en psicología del deporte?
- Hacer deporte desde chico. Ski, porque mi familia es del sur. Y, después, como vivíamos cerca del río, remo, natación y luego, buceo. Ahora, con mis 69 años, corro y voy al gimnasio.
- ¿Cómo se te dio por aplicar la psicología en el deporte y como lo hiciste?
- Al ser psicólogo tenés varios campos: el campo clínico, el campo laboral y muchos otros. Empecé trabajando en la parte clínica y me empezaron a caer deportistas. Principalmente tenistas y golfistas. Y ahí empezó la carrera, hace ya 22 años.
- ¿Es relevante el trabajo en equipo?
- El trabajo en equipo involucra la pertenencia a un grupo o la referencia a un grupo. Y dentro de un grupo está el capitán como líder, que tiene un montón de características muy peculiares, una de ellas es el carisma, que es el conjunto de propiedades que tiene la persona para poder liderar. No todos pueden liderar. Tenés muchos tipos de líderes: político, religioso y social y además, tenés el líder autoritario, el paternalista, el democrático y el líder laissez faire - que dice: “hagan lo que quieran” - . Evidentemente debe haber una situación de democracia pero de cierto autoritarismo, relativamente paternal en el entrenador, pero con mucha más fuerza en el capitán del equipo.
- ¿Ves alguien así en el fútbol?
- Un líder, para mí, de características muy pero muy peculiares, es Pupi Zanetti. Tiene una excelente familia, tiene excelentes amigos, es un buen tipo, tiene una fundación importante, tiene hijos que lo siguen y es una persona sana. ¿Has visto alguna vez un conflicto donde esté involucrado el Pupi Zanetti? Nunca. Es un tipo mayor para el fútbol pero sigue jugando y da un modelo psico-social importante para los más jóvenes. Hay que tener en cuenta que pertenece al Inter de Italia y allá se preserva mucho más a las figuras.
- ¿Siempre trabajas con los mismos deportistas?
- Algunos tenistas vuelven seguido. Ahora sigo trabajando con tenistas y golfistas - que son de los más neuróticos y obsesivos que hay - , con un futbolista, una chica que hace patín y un chico que recién comienza con natación.
- Le das una gran importancia a la “imaginación” del deportista a la hora de desarrollarse en su disciplina…
- Todos tenemos imaginación. La imaginación vinculada al deporte, previamente tiene que estar vinculada al juego. Pero no es una imaginación cualquiera, hay varios métodos para trabajarla. La repetición es importante pero a cada repetición debo agregarle una imagen positiva. Me ha pasado a mí, yo estaba esquiando, solo, en la montaña, el sol ya se había puesto y había bastante viento y bastó con que diga: “¿y si me llego a caer acá que hago?”, y me caí. A partir de ahí hay que tranquilizarse, respirar y saber los movimientos que tenés que hacer. Saber para donde tenés que ir, como moverte. Cuando te caes del caballo, volvéte a subir. En cualquier deporte es exactamente lo mismo. A menos que te lesiones. Hay gente que tiene una capacidad de lesionarse constantemente porque está obrando en contra de su propio placer en el deporte, sucede a menudo.
- Cuando decís “obrando en contra de su propio placer”, se me viene a la cabeza Gastón Gaudio…
- Si señor, es un caso típico. El caso de Coria también. Sucede porque se interpone un factor neurótico. Basta con que vos digas que no podes o que no llegas y no vas a poder ni llegar, porque la mente maneja todo. Si estas de mal humor, caminá unos 10 minutos respirando bien y tu mal humor comienza a desaparecer de a poco. Básicamente porque la mente genera endorfinas y junto con un mecanismo metabólico importante te instala en un momento de placer que se pierde por las cosas de la vida cotidiana.
- ¿Qué tan importante crees que es la cabeza de un deportista a la hora de ejercer su actividad?
- Imaginate que tu cuerpo sin cabeza no sería nada. Por lo tanto hay una correlación. La persona humana está integrada por niveles físicos, químicos, biológicos, psicológicos, sociales, ético-morales y espirituales. El deporte recorre todo eso. Cuando vos hablas de psicología del deporte estás hablando de funciones mentales aplicadas al deporte. Cuando están inhibidas algunas de esas funciones por un trastorno neurótico o algún episodio que está perjudicando el rendimiento de la persona se inhiben las funciones características del deporte, más allá de lo técnico.
- ¿Las fuerzas externas (familia, problemas personales, simpatizantes, hinchas) influyen en el rendimiento?
- A eso se le llama presiones. Hay diferentes tipos de presiones: tenés la presión del grupo, la presión del Coach, la presión de la institución, la presión de los familiares, de los amigos y, si agarras el fútbol, la presión de todo un estadio, de todos los hinchas y los fanáticos - son cosas diferentes - , la presión de la violencia en el deporte, la presión de los rivales y la presión de los medios. Hay deportistas que son más reactivos a un tipo de presión y otros a otro tipo de presión. Pero aparte esta una de las presiones naturales del ser humano que es la autocompetencia. Por ejemplo: en salto en alto, a veces cuando llegas a tu hándicap más alto, a tu marca mayor y a los dos meses saltas 3 centímetros más, evidentemente es una gloria porque ya te autosuperaste. Entonces tenés un concepto de autocompetencia.
- Ya que hablamos del fútbol, no se sabe mucho de inclusión de psicólogos en equipos o planteles...
- Acá en Argentina no, pero en Inglaterra si, en Alemania y Holanda también.
- ¿Por qué crees que acá no?
- Es que somos un poco reactivos a la psicología. Primero que acá la psicología en el deporte es bastante novedosa, hubo psicólogos que se ocuparon en forma particular de cada uno de los jugadores pero las instituciones rechazan eso porque les genera un problema de competencia. Dicen: “no, ¿para qué un psicólogo? El psicólogo es de locos.” Y eso no tiene nada que ver, dejémosle la locura para los psiquiatras. Depende de la apertura mental que tenga la institución. Algunos clubes tienen psicólogos pero no lo dicen. Todo equipo tiene que funcionar neuróticamente. Neurótico es que cumple reglas y casualmente el deporte se rige de ellas.
- ¿Crees que un Director Técnico puede ejercer la función de un psicólogo?
- Podría, porque de hecho un director técnico está trabajando con las condiciones cerebrales de un jugador, pero también puede intervenir un psicólogo, que no necesariamente debe hacerlo de forma directa con el jugador sino al lado del coach. No va a competir con él, lo va a complementar en aspectos que el director técnico no va a manejar como la neurosis psíquica, neurosis de acabamiento, depresiones, paranoias.
- ¿Por qué funciona Messi en el Barcelona y en la Selección no lo hace tan bien?
- Messi sería un buen personaje a ser analizado. Puede que se sienta sapo de otro pozo. El Barcelona es como su casa y se siente contenido y comprendido. Quizás no sienta eso cuando juega para la selección.
- Si un psicólogo se mete en un plantel o un cuerpo técnico. ¿Es preferible trabajar individualmente, grupalmente o ambas cosas?
- Generalmente un psicólogo puede estar en un institución, entrar y salir, pero no pertenecer a la institución, porque sino es una especie de empleado más. El psicólogo tiene que tener un aire. Puede trabajar individualmente cuando hay un problema particular o cuando este problema particular se instala en el equipo va a trabajar con el que lo produce y con el grupo.
- En tu caso, ¿Cuál es el deporte que más te interesa analizar?
- El tenis, porque el fútbol está completamente analizado aparte en este momento está siendo degradado por muchos factores: políticos, económicos, sociales, etc. Entonces pasó a ser un espectáculo nacional. En el tenis, igual que en el rugby y el básquet, se preserva un público diferente que ejerce otro tipo de presión, no tan negativa. Argentina, en general, a preferido el fútbol. En la zona norte, San Isidro, Vicente López, tienen como preferencia el rugby o el tenis. Es decir que tiene que ver con el status de la persona. Cada deporte tiene un status social determinado y se juega en determinados barrios, lugares y espacios.
- ¿Cómo cambia el comportamiento de la gente que va a ver fútbol a la gente que va a ver tenis, rugby o cualquier otro deporte?
- Lo que pasa es que hay estilos y están enmarcados dentro de las familias. No siempre tiene que ver con el nivel económico o cultural. Hay veces que la misma persona va a ver fútbol y se comporta totalmente distinto a cuando va a ver otro deporte. Yo soy hincha de River y tengo un amigo que es de Boca por llevarle la contra a toda su familia. Muchas veces pasa eso.
AUDIO DE LA ENTREVISTA:
"El Pupi Zanetti como modelo psico-social" - Jorge Garzarelli
"Trabajo individual y grupal" - Jorge Garzarelli
"Diferencia entre el fútbol y otros deportes" - Jorge Garzarelli
"El psicologo y el director tecnico" - Jorge Garzarelli
Mirko Saric nació el día 6 de junio del año 1978, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Sus padres eran de origen croata. El era un futbolista de 21 años que un mediodía de abril del año 2000, decidió quitarse la vida. Su caso impactó a toda la Argentina, por la manera en que se suicidió (se ahorcó con una sabana), porque jugaba la Primera Divisioón del fútbol argentino (San Lorenzo de Almagro) y además, había sido parte de la Selección Juvenil.
Mirko era un adolescente que vivía con su familia de origen. En aquel momento estaba lesionado gravemente. Había sido operado en enero y tenía una de las lesiónes más complicadas e inciertas que puede tener un futbolista (rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla). Entre 6 y 8 meses para volver a jugar, con suerte. En general, el lesionado se siente excluído y puede caer en una severa depresión: "pensé que tenía que largar todo" había confesado luego de la lesión. Un jugador en esa situación, además, convive con la incertidumbre de su futuro. Eso era terrible para un chico que ya había jugado 52 partidos en Primera, había sido “bajado” a Tercera y que llegó a valer alrededor de 10 millones de dólares. El lesionado siente una gran percepción de fracaso, una gran indefensión, una baja de la autoestima, una gran auto-culpa y autoreproches que lo llevan al desánimo más absoluto.
Los que lo conocían decían que tenia una personalidad débil, frágil, con muchos altibajos en su ánimo, sensible. En una palabra, lejos de la fortaleza psíquica necesaria para sobrevivir en este deporte. A todo esto hay que sumarle las terribles presiones del entorno (periodistas, representante, familia – conflictiva- , público, sponsors, etc.), la salvaje competitividad con los compañeros por un lugar, el ser futbolista y no estar preparado para otra cosa
Este chico les recordó a todos, trágicamente, que detrás del futbolista "mercantilizado" y "robotizado", se esconde nada menos que un ser-humano.
Albeiro Usuriaga fue un recordado jugador de futbol colombiano que murió asesinado a balazos en la puerta de su casa, de la ciudad de Cali, el 12 de febrero de 2004. El Palomo era un delantero de una gran calidad técnica y física. Sus mejores rendimientos dentro de un campo de juego los realizó con la camiseta del Club Atletico Independiente. Con los Rojos de Avellaneda ganó el Clausura 1994, la Supercopa 1995 y 1996 y la Recopa de ese mismo año.
Usuriaga había sido amenazado telefónicamente horas antes de ser atacado de trece balazos, según reveló su madre, Esther López Moreno. "Alguien llamó para amenazarlo de muerte. De esa llamada sabe mi hija, pero creo que no le alcanzó a comentar nada a Albeiro", dijo la madre. Dos hombres que se movilizaban en una motocicleta Yamaha RX 115 llegaron al lugar y uno de ellos disparó a quemarropa a Usuriaga, quien recibió trece impactos de fuego calibre 9mm y llegó sin vida a la clínica Carlos Holmes Trujillo.
El ex jugador de la Selección Colombia vió su carrera manchada por actos conflictivos. En 1997, fue suspendido por la Asociacion del Fubtol Argentino, por 2 años, tras haber dado positivo (por cocaína) en el control anti-doping posterior al partido entre Independiente y San Lorenzo de Almagro. En aquella oportunidad su madre, Esther López, dijo que el jugador pensó en suicidarse por esa sanción, a la vez que consideró que en Argentina estaba mejor que en Colombia. En julio de 1999, El Palomo ya había sufrido el asesinato de su mujer. También la balearon.
De larga trayectoria, jugó en los equipos colombianos Deportes Tolima, Cúcuta, Nacional de Medellín, América de Cali, Millonarios y Atlético Bucaramanga en Colombia. En el exterior, además de Independiente de Avellaneda,fue parte de General Paz y All Boys en Argentina; Necaxa de México, Barcelona de Ecuador, Santos de Brasil, Málaga de España, el Sportivo Luqueño de Paraguay, el Carabobo venezolano y el Revolution de Estados Unidos. Ademas, fue pieza clave para que el Nacional de Medellín ganara la Copa Libertadores de América de 1989 y la selección colombiana clasificara al Mundial de 1990, en el cual no participó por decisión del técnico Francisco Maturana.
Walter Hermann es un ex - jugador de básquet argentino nacido en Venado Tuerto, Santa Fe, en 1979. Es un ex – jugador, no porque su edad o su físico lo decidieran, sino por voluntad propia. No se cansó de practicar ese deporte, pero sí de hacerlo de manera profesional, con todas las presiones que eso conlleva. Una de las principales causas: la tragedia.
Hermann se destacó por sus habilidades dentro de la cancha desde muy joven. Fue campeón de la Liga Nacional en Atenas de Córdoba. Brilló en Europa y, también, llegó a ser uno de los pocos argentinos en jugar en la NBA. Fue parte de los Charlotte Bobcats y los Detroit Pistons. Además, se suma un dato no menor: salió Campeón Olímpico con la Selección Argentina en Atenas 2004.
Sin embargo, su vida personal no fue de la mano con su carrera profesional. Walter tuvo que pasar momentos muy duros. Sufrió una gran tragedia el 19 de Julio del 2003. Cristina Heinrich, su madre, su hermana Bárbara y Yanina Garrone, novia del jugador, fueron víctimas de un accidente automovilístico fatal. El 18 de julio de 2004, justo un año después de aquel tristísimo episodio, Hermann era figura y goleador en el histórico triunfo de Argentina ante Brasil en la final del Campeonato Sudamericano de Básquet jugado en aquel país. Argentina venció por 95 a 78 y el venadense tuvo una de sus mejores noches como jugador de la selección nacional: 37 puntos, 11 rebotes y 5/9 triples. Pocas horas después del partido, se enteraba del fallecimiento de su padre a causa de un ataque cardíaco, y se potenciaba su trauma iniciado un año antes.
"Cada persona tiene su lugar, y el mío es Venado Tuerto. Ahora juego por hacer algo, para divertirme con mis amigos y nada más. Desde que dejé, recuperé tranquilidad", señaló Hermann casi siete años después de aquellas dolorosas perdidas.
"Fui un genio porque poca gente hacía con la pelota lo que yo podía hacer". No existe mejor definición para el futbolista inglés que la que el propio Paul John Gascoigne expresó cuando lo compararon con Diego Armando Maradona. Ese mismo hombre que, hoy en día, sigue luchando para recuperarse y salir de su adicción al alcohol y a las drogas. Aquel que vistió 57 veces la camiseta de la Selección de Inglaterra, que marcó goles de antología, pero que también fue protagonista de incidentes y locuras tanto dentro como fuera de la cancha.
“Probablemente va a morir pronto. No creo que sirva de nada ayudarle. Es una pérdida de tiempo. Si pudiera pedir un deseo, desearía que nos dejara”, decía Regan hace poco más de dos año sobre su padre, el futbolista Paul Gascoigne, quien provocó su declive deportivo y arruinó toda su vida a causa del alcohol y las drogas. “Que haya sido un gran jugador – añadía el niño, de tan sólo 12 años – no quiere decir que sea un buen padre”.
Así fue ”Gazza”, un pésimo ejemplo, pero un auténtico genio con la pelota en los pies, un elegante mediocampista de gambeta corta que hacía maravillas en el mano a mano, desde que comenzara su carrera en el Newcastle, el club de su ciudad natal, para quien firmó contrato en 1983, cuando solo tenía 16 años. Pocos años después se convirtió en la gran sorpresa del futbol inglés. Un jugador totalmente diferente.
Uno de los goles más recordados de su carrera lo marcó cuando jugaba en el Tottenham frente al Arsenal inglés, en las semifinales de la Copa de Inglaterra, con el que se metía en la final. Y, como en toda su vida, aquella alegría acabó en desgracia, cuando una rotura de ligamentos lo obligó a alejarse del futbol (por un tiempo), justo cuando estaba por firmar contrato con la Lazio de Italia.
En 1992, el conjunto lacial pagó 5,5 millones de libras por él. La estadía de Gascoigne en Roma no fue menos traumática: más lesiones, abundantes salidas nocturnas, muy mala relación con la prensa… no se pudo ver allí a este genio del fútbol que, en 1996, resurgió en el Glasgow Rangers, donde marcó 19 goles, ganó el título de liga y fue nombrado futbolista del año.
Allí protagonizó una de sus escenas más recordadas, una que conmovió al mundo: el llanto convulsivo que provocó en él la segunda tarjeta amarilla en la semifinal contra Alemania Federal, aquella que le impedía, en el caso de que se hubiera ganado su equipo, cumplir su sueño de jugar un final histórica.
Pero en la historia de “Gazza” aparece un mal que común para muchos futbolistas ingleses: el alcohol. Tony Adams, Paul Merson o Teddy Sheringham son los más reconocidos de una lista que encabezó George Best.
Al dejar el fútbol, en 2004, con el Boston United, fue de mal en peor. En 2008 fue recluido en dos ocasiones, contra su voluntad, conforme a la ley de salud mental de Inglaterra y Gales e ingresado más tarde en el hospital de Faro, en Portugal, por una sobredosis de alcohol y drogas. En estos días se siguen repitiendo sendas problemáticas, conflictos, excesos y disturbios en la vida de Paul Gascoigne, esas acciones que lo alejan cada vez más de la figura en la que se podría haber convertido.
Michael Fred Phelps es considerado por muchos como el mejor nadador de la historia y como uno de los mejores deportistas olímpicos de todos los tiempos. Comenzó con la natación a los siete años como resultado de la insistencia de sus hermanas (Whitney y Hilary, que también fueron nadadoras) y, según dice su madre Deborah, para “descargar energías”.
Michael Phelps con su madre y sus hermanas
Antes de dar el primer paso que lo llevaría a ser lo que es hoy en dia, a Phelps le diagnosticaron un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Esta enfermedad implica, primordialmente, una dificultad, generalizada para mantener y regular la atención, y una actividad motora excesiva (hiperkinesia o hiperactividad). Los pacientes con TDAH dedican un tiempo escaso a tareas cognitivas. Además de las evidentes repercusiones sociales, los TDAH pueden tener repercuticiones negativas en el proceso de escolarización, en la habilidad motriz y también en el autoestima de los pacientes que suelen sentirse incomprendidos e impotentes ante el rechazo que sufren.
En la transición de la infancia a la adolescencia, el joven Phelps comenzó a crecer de manera desproporcionada, con enormes orejas. Al correr, los brazos le llegaban más abajo de sus rodillas. Sus compañeros se burlaban de él, y cuando Phelps golpeó a uno en el autobús escolar, le fue impedido subirse al transporte por varios días.
Phelps y sus medallas
"Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo", le dijo una maestra a Deborah Pehlps.
"Yo le dije que quizás se estaba aburriendo", recordó Deborah recientemente en una entrevista con The New York Times. "No es muy dotado", fue la respuesta. Deborah Phelps, durante 22 años maestra, se enojó: "¿Qué es lo que van a hacer para ayudarlo?".
Así fue que en la vida de Phelps entró el Ritalin, un estimulante para tratar la hiperactividad. El medicamento calmó al futuro campeón, pero a los 11 años Phelps pidió dejarlo. Se sentía estigmatizado al tener que ir cada día a la enfermería del colegio a tomar la píldora. "Mamá, no quiero hacer esto más. Mis amigos no lo hacen, puedo manejar esto a mi manera". Por entonces Phelps ya era un nadador, y su madre veía con asombro como el niño, incapaz de estar quieto, podía sentarse por cuatro horas a la espera de sus cinco minutos en la piscina.