Desde chico ya se sabia cual iba a ser el destino de Michael Jordan. En su casa del barrio de Brooklyn, en Nueva York (su ciudad natal), su padre James, le construyó una cancha de básquet donde pasaba horas tirando al aro. A los 21 años, luego de haberse desempeñado en el equipo de la Universidad de Carolina del Norte, Jordan fichó para los Chicago Bulls, donde rápidamente se convirtió en amo y señor de una de las franquicias más ganadoras de la década de los 90, con 6 anillos. En esos años dorados de los Bulls no se cansó de romper records. Fue el máximo anotador en diez temporadas, con un promedio de 32 puntos por partido, récord absoluto en la NBA, y fue elegido Mejor Jugador en 1988, 1991, 1992, 1996 y 1998.
En el año 1993, Jordan, vivió un momento muy difícil. Esa vida llena de éxitos y alegrías dio un vuelco estrepitoso: su padre había sido asesinado. El mejor jugador de básquet de todos los tiempos decidió ponerle punto final a su carrera como profesional. Pero como lo hiciera desde muy pequeño en el barrio de Brooklyn, "Air" se aferró a esos momentos de felicidad vividos con su padre y con la fuerza que éste siempre le transmitió, incluso cuando ya no estaba a su lado físicamente, volvió a ponerse esa mítica camiseta número 23 de los Chicago Bulls en marzo de 1995. Todavía le quedaba mucho repertorio por ofrecer.
Más allá de sus dotes como deportista, se reconoce su fortaleza mental, tanto dentro como fuera de la cancha. Siempre pensando en ganar. Siempre a base de esfuerzo y trabajo. “He fallado más de 9,000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para hacer el tiro que ganaba el juego y lo fallé. He fallado una y otra vez, y otra vez en mi vida. Pero nunca me he dado por vencido. Y es por eso que he tenido éxito en la vida.”, declaró His Royal Airness (Su majestad del aire) en algún momento de su carrera.
Tan sólo una temporada después de su vuelta consiguió un nuevo anillo y su última gran alegría con los Bulls llegaría en la campaña 1998. Un año más tarde, Michael anunció su retiro definitivo del básquetbol profesional. Pero, el 25 de septiembre de 2001, anunció su segundo retorno, aunque ya se sabía que esta sería la última. En esta oportunidad Jordan llegó a Washigton para guiar al joven plantel de los Wizards. Si bien su estado físico ya no era el mismo y pese a las constantes lesiones que lo alejaron de las canchas por varios partidos, la magia y calidad de "Air" siguieron intactas. El 16 de abril de 2003 quedará marcado para la posteridad no sólo en la vida de Jordan, sino también en la historia de la NBA. Ese día, en Filadelfia, Michael disputó su último partido como profesional frente a los 76ers.
En el año 1993, Jordan, vivió un momento muy difícil. Esa vida llena de éxitos y alegrías dio un vuelco estrepitoso: su padre había sido asesinado. El mejor jugador de básquet de todos los tiempos decidió ponerle punto final a su carrera como profesional. Pero como lo hiciera desde muy pequeño en el barrio de Brooklyn, "Air" se aferró a esos momentos de felicidad vividos con su padre y con la fuerza que éste siempre le transmitió, incluso cuando ya no estaba a su lado físicamente, volvió a ponerse esa mítica camiseta número 23 de los Chicago Bulls en marzo de 1995. Todavía le quedaba mucho repertorio por ofrecer.
Más allá de sus dotes como deportista, se reconoce su fortaleza mental, tanto dentro como fuera de la cancha. Siempre pensando en ganar. Siempre a base de esfuerzo y trabajo. “He fallado más de 9,000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para hacer el tiro que ganaba el juego y lo fallé. He fallado una y otra vez, y otra vez en mi vida. Pero nunca me he dado por vencido. Y es por eso que he tenido éxito en la vida.”, declaró His Royal Airness (Su majestad del aire) en algún momento de su carrera.
Tan sólo una temporada después de su vuelta consiguió un nuevo anillo y su última gran alegría con los Bulls llegaría en la campaña 1998. Un año más tarde, Michael anunció su retiro definitivo del básquetbol profesional. Pero, el 25 de septiembre de 2001, anunció su segundo retorno, aunque ya se sabía que esta sería la última. En esta oportunidad Jordan llegó a Washigton para guiar al joven plantel de los Wizards. Si bien su estado físico ya no era el mismo y pese a las constantes lesiones que lo alejaron de las canchas por varios partidos, la magia y calidad de "Air" siguieron intactas. El 16 de abril de 2003 quedará marcado para la posteridad no sólo en la vida de Jordan, sino también en la historia de la NBA. Ese día, en Filadelfia, Michael disputó su último partido como profesional frente a los 76ers.
Las mejores jugadas de Michael Jordan:
Correcciones:
ResponderEliminarDe nuevo, problemas con el título.
Releer siempre, hay errores. Simplificar la escritura.
Bien la sección en general.