Javier Viglizzo es Preparador Físico del Comité Olímpico Argentino. Además, es Profesor de Educación Física recibido en la Universidad de Córdoba. La mayor parte de su trabajo la realiza en Santa Rosa (La Pampa), su ciudad natal.
- ¿Cómo empezaste con el deporte y como es tu trabajo?
- Tengo una experiencia deportiva que considero importante para lo que es el ámbito de la provincia de La Pampa ya que tengo la posibilidad de entrenar a deportistas de primera línea de nuestra región. La mayor parte de los deportistas que he entrenado, hasta ahora, han sido de deportes de carácter individual. Aunque también he trabajado en deportes grupales. Pero principalmente me dedico al boxeo, al golf, entre otros. Los deportes grupales los he trabajado siempre en forma individual. En el caso del softball entrené personas para un puesto específico: pitcher.
- En la preparación física de los deportistas en disciplinas individuales, ¿crees que es importante la psicología deportiva?
- Personalmente estoy muy convencido de que la psicología es casi un 70 % de la preparación en este tipo de deportes. El hecho de estar solo ante una situación de estrés que implica el deporte necesita de un grado de concentración muy alto, de una fortaleza interna mayor que en los deportes grupales para afrontar las derrotas y también saber ubicarse o estar bien preparado cuando llegan los momentos de triunfos. Considero que es muy importante el aporte que la psicología del deporte puede hacer en este caso.
- ¿Qué puntos consideras fundamentales para trabajar?
- Como te decía, las frustraciones se sufren mucho más, las victorias se disfrutan en soledad. Generalmente los deportistas viajan solos afuera, a veces hasta ni siquiera con un entrenador.
- ¿Un entrenador podría ocupar el lugar del psicólogo?
- Los entrenadores no saben cómo responder ante esas situaciones. Creo que la preparación mental, la motivación, las expectativas y cómo trabajar todo eso son cosas muy importantes en las que debe estar involucrado un psicólogo que se dedique al ámbito deportivo. Considero que los procesos previos para trabajar con la motivación y con la ansiedad también influyen directamente sobre la preparación del deportista. Sobre la preparación física, sobre la preparación técnica, sobre las lesiones.
- ¿Recordás algún caso puntual?
- Me ha pasado de tener que estar entrenando a boxeadores previo a una competencia por el título del mundo y no sentían dolor, ni cansancio, ni fatiga… Y, al final, la pelea por un motivo “x” se caía y automáticamente se lesionaban. Entonces al no tener un psicólogo que esté trabajando con ellos, se hacía difícil saber cómo afrontar esta realidad. Por eso, creo que la mayoría de las veces he optado por aconsejarles que tengan un psicólogo personal. Tener en cuenta que si ganan no son los mejores del mundo y si pierden no son los peores. Si bien la vida de ellos pasa por ese lado, sobre todo con los deportistas más chicos. Pero deben saber dónde están parados y cómo afrontar cada una de las situaciones que se les van planteando. Uno como preparador físico o entrenador muchas veces tiene o entiende qué le puede decir pero sabe y conoce sus propias limitaciones, entonces creo que el psicólogo es fundamental en este proceso de trabajo.
- ¿Cuál es tu visión acerca de la preparación de los deportistas?
- Considero que el abordaje del deportista debe ser multidisciplinario. Todas las ciencias puedan aportar algo al deportista. Todo es significativo para los procesos del entrenamiento. Y ese abordaje, además de ser multidisciplinario, tiene que ser interdisciplinario que es sumamente importante para el desarrollo del individuo. Es un poco difícil hacerle entender a los deportistas la importancia que tiene la psicología del deporte o las ciencias. Es difícil hacerles entender la importancia de contar con un médico, con un kinesiólogo, con un preparador físico o con un nutricionista hasta que trabajan en ellos y sienten que realmente obtienen un resultado beneficioso para los aspectos deportivos, mentales y físicos.
- Hace poco más de un año se realizó en tu ciudad la primer Clínica de Hockey, ¿cómo fue la experiencia?
- La idea era hacer cosas novedosas, basadas en el fútbol y el hockey, para que todo lo que se haga en el Club (La Barranca) sume para su crecimiento. Lo importante es que sirva para el crecimiento del deporte de la provincia de La Pampa. Partiendo de esto surgió la idea de organizar una clínica de hockey que nunca se había hecho ni en Santa Rosa ni en la provincia, a través del aporte de dos jugadoras de élite del seleccionado argentino, como son Jorgelina Rimoldi y Mariné Russo. Pero no nos alcanzaba sólo con hacer una clínica de este estilo, nosotros queríamos dar un salto de calidad entonces planteamos la posibilidad de decir que a la parte deportiva, técnica, táctica y estratégica del hockey, debíamos sumarle los campos de psicología del deporte, nutrición y preparación física.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
lunes, 21 de noviembre de 2011
“Nada era del individuo, a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo”
La frase citada en el título fue extraida del libro 1984, de George Orwell, y puede asociarse con lo que le pasa a un hincha fanático cuando, justamente, este fanatismo lo domina. Esos centímetros cúbicos que manejan todo en una persona, pasa a segundo plano y deja de ser importante cuando la locura por los colores toma protagonismo. El desastre se genera cuando un conjunto de individuos sufre este efecto al mismo tiempo y en un único lugar. El fútbol llevado a la exigencia máxima genera estados emocionales distintos a los de cualquier otra situación de la vida.
La pasión no tiene explicación científica ni academica. Este deporte genera emociones excepcionales que no responden a un patrón normal que pueda ser generado por otro evento. Es diferente a lo que producen otras disciplinas, esto depende de una cuestión cultural en países con una orientación muy marcada hacia este deporte como Argentina y Brasil, porque existe la necesidad de ver algo espectacular con lo que identificarse, como la historia de un equipo o un jugador. Esto tiene directa relación con la necesidad de identidad, lo que genera una relación pasional, muy fuerte.
Nuevamente toma un lugar preponderante la represión. Todos esos sentimientos guardados afloran cuando lo inconsciente le gana a lo que uno cree moralmente correcto. Es indiscutible que la pasión futbolera logra el resurgimiento no solo de pasiones descontroladas sino un despertar nacionalista donde tiene que ver con los orígenes del deporte, que nace con la necesidad de resolver conflictos en enfrentamientos deportivos y no con armas.
Todo tiene que ver con cierto morbo como lo es ver a varias personas enfrentándose por una pelota y sentir un intercambio emocional que empieza con descontrolados latidos del corazón y terminan con lágrimas de alegría o desazón. Porque durante, al menos, esos noventa minutos donde la pelota estará en juego todo el mundo está pendiente de una sola situación y eso hace que el estado de ánimo sea diferente.
Existe un proceso de enojo, de negación y se buscan excusas, la verdad es que los resultados son solo el reflejo de determinado proceso y por eso los procesos son los que llevan a resultados.
La pasión no tiene explicación científica ni academica. Este deporte genera emociones excepcionales que no responden a un patrón normal que pueda ser generado por otro evento. Es diferente a lo que producen otras disciplinas, esto depende de una cuestión cultural en países con una orientación muy marcada hacia este deporte como Argentina y Brasil, porque existe la necesidad de ver algo espectacular con lo que identificarse, como la historia de un equipo o un jugador. Esto tiene directa relación con la necesidad de identidad, lo que genera una relación pasional, muy fuerte.
Nuevamente toma un lugar preponderante la represión. Todos esos sentimientos guardados afloran cuando lo inconsciente le gana a lo que uno cree moralmente correcto. Es indiscutible que la pasión futbolera logra el resurgimiento no solo de pasiones descontroladas sino un despertar nacionalista donde tiene que ver con los orígenes del deporte, que nace con la necesidad de resolver conflictos en enfrentamientos deportivos y no con armas.
Todo tiene que ver con cierto morbo como lo es ver a varias personas enfrentándose por una pelota y sentir un intercambio emocional que empieza con descontrolados latidos del corazón y terminan con lágrimas de alegría o desazón. Porque durante, al menos, esos noventa minutos donde la pelota estará en juego todo el mundo está pendiente de una sola situación y eso hace que el estado de ánimo sea diferente.
Existe un proceso de enojo, de negación y se buscan excusas, la verdad es que los resultados son solo el reflejo de determinado proceso y por eso los procesos son los que llevan a resultados.
El Tano Pasman es un claro ejemplo:
Locuras con Razón: Ese Rifle suena bien
Por esta sección, pasaron diversos casos de deportistas que abandonaron su disciplina por medio del suicidio, otros que fueron arrastrados a la droga o el alcohol… Fernando Pandolfi, El Rifle, se cansó del fútbol, se hartó de las presiones, de los insultos, de los entrenamientos y las concentraciones. De un día para el otro decidió abandonar una exitosa carrera como futbolista, a la temprana edad de 28 años, y dedicarse a lo que le daba felicidad: la música.
“Cuando volví de Italia empecé a tomarme el fútbol de otra manera, responsablemente, pero ya no sentía que era mi vida. Me acuerdo que me compré una criolla y un cancionero y de a poco comencé con la guitarra y a cantar canciones que me gustaban. Empecé a escribir y a ponerle música a esas escrituras”, contaba El Rifle.
Pandolfi comenzó su carrera futbolística en 1993 con Vélez Sarsfield, donde formó parte del exitoso equipo ganador de varios trofeos a mediados de los noventa, destacándose la Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental. Jugó en El Fortín entre 1993 y el 2000, tras haber tenido un breve paso por el Perugia. Más tarde, desembarcó en el Boca de Carlos Bianchi, quien ya había sido su entrenador en el conjunto de Liniers. En el año 2002, anunció que se retiraba.
Veinticuatro horas después, Fernando subió al escenario del Luna Park, se calzó la guitarra y tocó como invitado estelar de Los Piojos en el cover –ya clásico– de Around & around. Así lo contaba el protagonista: “Me llamó Tavo el sábado a la tarde y me dijo ‘Mirá que vas a tocar, eh...’ No lo podía creer. Era una locura, parecía Sorpresa y media. Hasta me propusieron hacer un solo de armónica, pero con tocar la guitarra me pareció suficiente. Es distinto subir a un escenario que salir a una cancha. Estaba muy nervioso, porque la gente me conocía de un ambiente distinto. Pero todo salió muy bien”.
Hoy en día, alejado del deporte, es líder de la banda de rock Mil Hormigas. Quien alguna vez vio a Pandolfi con la camiseta puesta debería escuchar a su grupo: da lo máximo y disfruta del rock, como alguna vez saboreó ver a la pelota besar la red.
Un tema de la banda del Rifle:
Cicatrices - Mil Hormigas - Video Oficial
Causas y consecuencias de un Gran Hermano futbolero
En el libro ´1984´ de George Orwell, “El Gran Hermano siempre tiene la razón”, es algo superior a todos. Es aquello que controla cada movimiento y cada pensamiento de los miembros de la sociedad que dirige. Esto genera un conflicto intrapsiquico en las personas que son vigiladas por la telepantalla del Gran Hermano. Así la represión de sus deseos más profundos se hace piel en ellos. Solo les queda resistir. Su inconsciente se rellena de un sinfín de elementos guardados que salen al exterior en forma de actos fallidos, síntomas mentales y físicos, entre muchas otras cosas.
Esta parcial descripción de la novela de Orwell da lugar al paralelismo con el fútbol actual y sus principales actores. Los jugadores, de alguna u otra manera, son víctimas del negocio en el cual se ha convertido el deporte más popular del mundo. No podemos negar que, la mayoría de ellos, se vio favorecido por este gran circo pero siempre y cuando tengamos en cuenta solo el aspecto económico. Fuera de eso, y poniendo el ojo en la parte más personal de esos deportistas, todo esto los ha perjudicado. Los que más lo sufren son aquellos que no tienen la personalidad necesaria para poder afrontar este tipo de presiones o quienes no se animan a trabajar en sí mismos para poder adaptarse. Casos como los de Robert Enke y Mirko Saric (ambos se suicidaron), entre otros, son situaciones extremas a las que puede llegar un ser humano que se enfrenta a un caudal de presiones y de “vigilancia” difícil de soportar.
Los medios de comunicación, en muchos casos, cumplen el rol de Los policías del pensamiento (término utilizado por Orwell en su libro). Los directivos, de toda índole, son el ojo que todo lo ve. Hacen o deshacen. Prohíben o dejan que pase. Son intocables y manejan todo. Los hinchas, en su mayoría, son súbditos de los medios y entran en la vorágine propuesta por los dueños del circo. En la cancha ya no prima el buen juego y el fair play. Lo único que importa es ganar. No importa cómo ni a qué precio. Como varias veces se ha dicho, todo se transforma en una picadora de carne. Los futbolistas deben andar como soldados y respetar a rajatabla las condiciones impuestas desde más arriba. La telepantalla, observa todo. Todo lo superficial. Por dentro, suceden miles de otros acontecimientos que deben ser tratados con mayor cuidado y trabajados con mucha delicadeza. Hay que tener en cuenta, que los deportistas no son máquinas. Tienen sentimientos y pensamientos como todos los demás.
Si nos pusiéramos a analizar los hechos más trágicos de los futbolistas, veríamos que todos se generan, en algún punto, a partir de esta presión provocada por quienes manejan este gran negocio.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Locuras con Razón: Entre y salga cuando quiera, Su Majestad
Desde chico ya se sabia cual iba a ser el destino de Michael Jordan. En su casa del barrio de Brooklyn, en Nueva York (su ciudad natal), su padre James, le construyó una cancha de básquet donde pasaba horas tirando al aro. A los 21 años, luego de haberse desempeñado en el equipo de la Universidad de Carolina del Norte, Jordan fichó para los Chicago Bulls, donde rápidamente se convirtió en amo y señor de una de las franquicias más ganadoras de la década de los 90, con 6 anillos. En esos años dorados de los Bulls no se cansó de romper records. Fue el máximo anotador en diez temporadas, con un promedio de 32 puntos por partido, récord absoluto en la NBA, y fue elegido Mejor Jugador en 1988, 1991, 1992, 1996 y 1998.
En el año 1993, Jordan, vivió un momento muy difícil. Esa vida llena de éxitos y alegrías dio un vuelco estrepitoso: su padre había sido asesinado. El mejor jugador de básquet de todos los tiempos decidió ponerle punto final a su carrera como profesional. Pero como lo hiciera desde muy pequeño en el barrio de Brooklyn, "Air" se aferró a esos momentos de felicidad vividos con su padre y con la fuerza que éste siempre le transmitió, incluso cuando ya no estaba a su lado físicamente, volvió a ponerse esa mítica camiseta número 23 de los Chicago Bulls en marzo de 1995. Todavía le quedaba mucho repertorio por ofrecer.
Más allá de sus dotes como deportista, se reconoce su fortaleza mental, tanto dentro como fuera de la cancha. Siempre pensando en ganar. Siempre a base de esfuerzo y trabajo. “He fallado más de 9,000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para hacer el tiro que ganaba el juego y lo fallé. He fallado una y otra vez, y otra vez en mi vida. Pero nunca me he dado por vencido. Y es por eso que he tenido éxito en la vida.”, declaró His Royal Airness (Su majestad del aire) en algún momento de su carrera.
Tan sólo una temporada después de su vuelta consiguió un nuevo anillo y su última gran alegría con los Bulls llegaría en la campaña 1998. Un año más tarde, Michael anunció su retiro definitivo del básquetbol profesional. Pero, el 25 de septiembre de 2001, anunció su segundo retorno, aunque ya se sabía que esta sería la última. En esta oportunidad Jordan llegó a Washigton para guiar al joven plantel de los Wizards. Si bien su estado físico ya no era el mismo y pese a las constantes lesiones que lo alejaron de las canchas por varios partidos, la magia y calidad de "Air" siguieron intactas. El 16 de abril de 2003 quedará marcado para la posteridad no sólo en la vida de Jordan, sino también en la historia de la NBA. Ese día, en Filadelfia, Michael disputó su último partido como profesional frente a los 76ers.
En el año 1993, Jordan, vivió un momento muy difícil. Esa vida llena de éxitos y alegrías dio un vuelco estrepitoso: su padre había sido asesinado. El mejor jugador de básquet de todos los tiempos decidió ponerle punto final a su carrera como profesional. Pero como lo hiciera desde muy pequeño en el barrio de Brooklyn, "Air" se aferró a esos momentos de felicidad vividos con su padre y con la fuerza que éste siempre le transmitió, incluso cuando ya no estaba a su lado físicamente, volvió a ponerse esa mítica camiseta número 23 de los Chicago Bulls en marzo de 1995. Todavía le quedaba mucho repertorio por ofrecer.
Más allá de sus dotes como deportista, se reconoce su fortaleza mental, tanto dentro como fuera de la cancha. Siempre pensando en ganar. Siempre a base de esfuerzo y trabajo. “He fallado más de 9,000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mi para hacer el tiro que ganaba el juego y lo fallé. He fallado una y otra vez, y otra vez en mi vida. Pero nunca me he dado por vencido. Y es por eso que he tenido éxito en la vida.”, declaró His Royal Airness (Su majestad del aire) en algún momento de su carrera.
Tan sólo una temporada después de su vuelta consiguió un nuevo anillo y su última gran alegría con los Bulls llegaría en la campaña 1998. Un año más tarde, Michael anunció su retiro definitivo del básquetbol profesional. Pero, el 25 de septiembre de 2001, anunció su segundo retorno, aunque ya se sabía que esta sería la última. En esta oportunidad Jordan llegó a Washigton para guiar al joven plantel de los Wizards. Si bien su estado físico ya no era el mismo y pese a las constantes lesiones que lo alejaron de las canchas por varios partidos, la magia y calidad de "Air" siguieron intactas. El 16 de abril de 2003 quedará marcado para la posteridad no sólo en la vida de Jordan, sino también en la historia de la NBA. Ese día, en Filadelfia, Michael disputó su último partido como profesional frente a los 76ers.
Las mejores jugadas de Michael Jordan:
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Washington Wizards.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Locuras con Razón: Si no pedaleaba se caía
Lance Armstrong |
El 2 de octubre de 1996 le diagnosticaron cáncer testicular. Tenía veinticinco años cuando esta afección estuvo a punto de matarlo: un coriocarcinoma muy avanzado se extendió por su abdomen, pulmones y cerebro, debió pasar por dos intervenciones quirúrgicas y cuatro ciclos de quimioterapia para librarse de él.
Publicidad del Dia Internacional de la Lucha Contra el Cancer |
Tour de France |
La autoimagen, la imagen que una persona posee de sí misma, es la más importante de todas las que tenga en su mente. Le fija límites a las metas que se ha propuesto alcanzar y le define lo que puede o no hacer. Determina los niveles de confianza que tenga e incide en el rendimiento que dé. La formación de una autoimagen realista y adecuada le permitirá a una persona convertir una dificultad en una oportunidad y constituye el punto de partida de una vida exitosa y feliz. Haber experimentado el éxito es básico para triunfar. Los recuerdos de los éxitos obtenidos actúan como “archivos de información” que le proporcionan a una persona la confianza requerida para encarar los problemas a los que se ve abocada.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
La persona detrás del futbolista
La labor de los psicólogos en los planteles de fútbol amateur o juvenil está totalmente documentada e instalada. No pasa lo mismo con el fútbol de alto nivel. La profesionalización de este deporte ha llegado a niveles en los que es necesaria la intervención de algunas ciencias, desde la nutrición hasta la educación física, la antropometría, la medicina y otras, se acercaron no sólo para mejorar esto que desde un tiempo a esta parte se ha convertido en un gran negocio, sino también para cuidar a los jugadores y brindar un poco de bienestar en el medio de algo que cada día se parece más a una selva.
Infinidad de veces, sobre todo en los últimos años, se ha escuchado por todos los rincones del ambiente futbolístico: “Messi no es el mismo en la Selección Argentina que en el Barcelona”. La mayoría de los periodistas especializados en el fútbol de alto rendimiento y, como consecuencia, la gente que consume todo lo relacionado con este deporte repiten esa frase cada vez que Lionel Messi se calza la celeste y blanca. De esta forma se inicia una lista de odiosas comparaciones relacionadas con el actual crack argentino. A partir de allí, no tardan en llegar las críticas y, en algunos casos, la falta de respeto para con el jugador, que más allá de eso, es una persona como lo somos todos nosotros. “Lio es el mejor jugador del mundo”, se llenan la boca y a los 15 minutos llegan los insultos. Esto no representa a todos, pero sí a una gran mayoría. Creen que es el salvador pero se olvidan que detrás de la estrella hay un ser humano con una historia de vida un tanto compleja, con presiones, con mucho estrés y que carga con una gran responsabilidad sobre su espalda.
Técnicamente, el estrés (stress) es un fenómeno que se presenta cuando las demandas de la vida se perciben demasiado difíciles. La persona se siente ansiosa y tensa. Diversidad de hechos que generen emociones, pueden causarlo. Éstas pueden ser positivas (salir campeón, ganar un partido, tener un buen rendimiento) o negativas (perder un partido, no rendir al nivel esperado, sufrir lesiones). Lionel Messi vive en Barcelona hace ya más de 10 años. Es su lugar en el mundo. En ese club logró sobreponerse a sus problemas de crecimiento. Esa institución se hizo cargo de su tratamiento hormonal luego de no haber encontrado respaldo en clubes argentinos como Newell´s Old Boys (de Rosario, su ciudad natal) y River Plate. La niñez no fue nada sencilla para el, hoy, astro futbolístico. “En Rosario, yo vivía como un chico normal. Nunca me sentí menos que nadie entre mis amigos del barrio, a pesar de mi pequeña estatura. Pero cuando vi a mis padres llorar por lo que habían dicho los médicos, entendí que algo malo pasaba con mi cuerpo”, le contó, en mayo de 2010, Messi al diario La Nación.
Es necesario tomar en cuenta ésta y muchas otras situaciones a la hora de juzgar a un deportista. Se destaca el caso de La Pulga por ser reconocido mundialmente pero, en mayor o menor medida, sucede lo mismo con muchísimos otros futbolistas que semana tras semana son puestos en un pedestal y, de un momento a otro, son arrojados a los lugares más profundos. Hay que dar mayor difusión a estos aspectos. No a contar intimidades sobre los protagonistas, sino a demostrar que antes y después de cada partido tienen una vida con cosas buenas y malas que pueden repercutir de forma positiva o negativa en su rendimiento dentro del campo de juego.
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